Todos se comunican, pocos
se conectan
Qué hace diferente la gente más efectiva
A
pesar de todos los recursos con los que contamos hoy en día (desde las cartas
escritas hasta las redes sociales) pareciera que cada vez estamos más lejos los
unos de los otros.
Y es que, en realidad, todos nos comunicamos, pero muy pocos somos capaces de establecer relaciones significativas y que realmente sean provechosas para ambas partes.
Tal
y como dice el propio autor, lo importante es "concentrarnos en los demás,
ayudarlos y sonreír"; este es en pocas palabras el gran axioma a partir
del cual se desarrollan todas las relaciones.
Para
conectarte, debes comunicarte
¿Cómo saber que nos hemos conectado realmente con los demás? Porque los demás hablan favorablemente de nosotros; estrechan lazos emocionales con nosotros; confían en nosotros; y, nos transmiten una energía positiva, aparte de disfrutar de nuestra compañía.
Conectarse
realmente con los demás es muy provechoso. Las personas que se conectan calurosamente encaran
menos conflictos y disfrutan más de las relaciones. Sin embargo, el establecimiento
de este tipo de lazos con los demás supone superar la barrera de señales y
mensajes con los que nos bombardean a diario. Esto significa volvernos unos Verdaderos comunicadores, habilidad esta que
podemos aprender por nosotros mismos.
Las
conexiones cordiales dependen de reconocer los valores de los demás. Debemos
dejar de concentrarnos en nosotros mismos y empezar a centrarnos en los demás.
La idea es dejar el ego a un lado y aprender a trabajar con los demás. Para
conectarnos con otras personas, debemos hablarles y centrar la conversación no
en nuestros problemas sino en los problemas de los demás.
Debemos
tratar de desarrollar relaciones cara a cara, que es como ocurre el 90% del
proceso de conexión. Debemos perfeccionar nuestras habilidades en esta área.
Luego, debemos aprender a conectarnos con los miembros de diversos grupos y,
finalmente, con una audiencia. Esto no es fácil, pero es esencial.
A
continuación, algunas preguntas que nos podría hacer nuestro interlocutor:
1.
¿Te preocupas por mí?: debemos demostrar que
realmente nos preocupamos por los demás. Debemos dejar de ocuparnos de nuestras
necesidades y prestarle atención a las de los demás.
2.
¿Me puedes ayudar?: los mejores agentes de
ventas siguen esta máxima al pie de la letra: "A nadie le gusta que le vendan
nada, pero todo el mundo necesita ayuda". En vez de buscar gente que nos
ayude, es mejor empezar por ayudar a los demás.
3.
¿Puedo confiar en ti?: el amor es vital, pero
la confianza es aún más importante. Nunca nos lograremos conectar con nadie si
no somos de confianza.
A
los demás no les interesa nuestra agenda sino que los ayudemos con sus agendas.
Para lograr que los demás se pongan de nuestro lado, debemos ponernos primero
de su lado.
Conectarse
es muy sencillo si lo hacemos de una manera genuina y verosímil. Es más
importante lo que hagamos que lo que digamos. De hecho, las palabras suelen
tener poca importancia a la hora de conectarse. La impresión que demos dependerá
más de cuánto revelemos de nosotros mismos. El proceso de conexión tiene cuatro
componentes:
1.
Lo que ven los demás:
conexión visual:
es más importante nuestra apariencia que lo que decimos. Debemos vestirnos bien.
Arreglarnos. Sonreír y expresarnos agradablemente. Pararnos derecho. Movernos
con energía.
2.
Lo que la gente
entiende: conexión intelectual: para conectarnos con los demás, debemos relatar
experiencias auténticas que puedan compartir, sentir y respetar. Cuando nos
encontramos a nosotros mismos, encontramos nuestro público.
Charles
Laughton, un famoso actor de mediados del siglo XX, asistió una vez a una
fiesta de Navidad en Londres donde los anfitriones le pidieron a cada invitado
que recitara un pasaje relacionado con la temporada. Laughton recitó como todo
un profesional el Salmo 23 y se ganó los aplausos de todos los presentes. Luego
le tocaba el turno a una mujer mayor que estaba durmiendo en una silla. Una vez que sus amigos
la despertaron y le explicaron lo que estaba sucediendo, la mujer comenzó a
leer el mismo salmo, pero de forma poco profesional: "El Señor es mi
pastor, no quiero...".
Cuando
terminó, todo el mundo estaba llorando. ¿Por qué su manera de recitar el salmo
provocó una mayor reacción emocional que
la pulida declamación del actor? Laughton lo explica: "Yo me sé el salmo,
ella conoce al pastor".
3.
Lo que siente la gente:
conexión emocional: la actitud hace que algunas personas sean más carismáticas
que otras. Si somos cuidadosos y confiados, la gente se nos acercará.
4.
Lo que oye la gente:
conexión verbal:
debemos usar palabra positivas y usarlas bien.
Tomemos en cuenta lo que
dijo Mark Twain: "La diferencia entre la palabra casi correcta y la
palabra correcta es un asunto complicado... Es la diferencia que hay entre la
luciérnaga y el relámpago".
Gastar energía
para conectarse
Debemos
emplear mucha energía para conectarnos con los demás. Si esperamos que los
demás se muevan primero, nos quedaremos solos. En vez de esperar que surja la
situación perfecta para iniciar una relación, debemos aprovechar el momento.
Pero la idea no es caer de repente sino prepararnos primero. Debemos ser
pacientes y dejar de lado el orgullo.
En
este sentido, podemos aplicar la Regla de 10 pies de Sam Walton. Los empleados
de Wal-Mart hacen esta promesa basada en las creencias de Walton: "Solemnemente
prometo y declaro que cada vez que un cliente esté a diez pies de distancia,
sonreiré, lo veré a los ojos y lo saludaré".
Debemos
gastar nuestra energía en conocer gente; pero tampoco debemos abusar de
nuestras energías. Cuando hablamos ante un público, mientras mayor sea este, mayor
será la cantidad de energía que deberemos proyectar. Para comunicarnos con un
grupo de personas, antes debemos aprender un poco sobre estas.
Cuando
nos reunamos con estas personas, debemos presentarnos a todo el mundo. Asimismo,
debemos entender que el dueño de la reunión no somos nosotros sino el grupo. Independientemente de que estemos lidiando con
una persona, un pequeño grupo o un gentío, siempre debemos mostrar aprecio por
los demás. El servicio debe ser nuestra tarjeta de presentación.
Aunque
seamos buenos comunicadores, siempre es importante relacionarnos con personas
respetadas que compartan su credibilidad con nosotros. Así fue que se hizo
famoso en la TV estadounidense el psicólogo Phil McGraw. Este apareció en el programa
de Oprah Winfrey y Oprah habló muy bien de él. Así que el público comenzó a
tenerlo en gran estima. Claro está, la credibilidad no depende sólo de las
personas que conozcamos. También depende de lo que sepamos y de lo que hayamos
logrado. Los grandes logros atraen conexiones.
Buscar un
fundamento común
La
mejor manera de conectarnos con los demás es buscar un fundamento común. Para
determinar si compartimos el mismo territorio con otras personas, debemos
aprender más sobre las personas a las que queremos llegar. Lamentablemente,
esto es difícil de lograr, debido a varias razones:
1.
Prejuicio: Ya sé lo que saben,
sienten y quieren los demás: cuando generalizamos, solemos cometer errores. No
debemos estereotipar a la gente ni pensar que no hay nada que aprender de los
demás. Los seres humanos siempre nos sorprenderán.
2.
Arrogancia: No necesito saber lo
que saben, sienten y quieren los demás: la esencia de entablar relaciones está
en preocuparse por los demás y en tratar de entenderlos.
3.
Indiferencia: No me interesa saber
lo que saben, sienten y quieren los demás: la gente que dice esto sólo se toma
en cuenta a sí misma. Es imposible que se conecte con los demás.
Como
dijo el comediante George Carlin: "Los científicos anunciaron hoy que
habían conseguido la cura de la apatía. Pero
nadie ha mostrado ni el más mínimo interés en la misma".
4.
Control: No quiero que los
demás sepan lo que yo sé, siento y quiero: si no les transmitimos nuestros
conocimientos a los empleados, lo más seguro es que la moral de la compañía se
desplome.
No
debemos cometer estos errores. Pasemos tiempo con los demás. Escuchemos.
Aprendamos de sus intereses. ¿Qué les gusta? ¿Qué no les gusta? Debemos mostrar
aprecio y cariño. Asimismo, debemos validar los sentimientos de los demás diciéndoles
que también nosotros nos sentimos así. Debemos demostrarles que somos iguales a
ellos y que estamos de su lado.
Claridad,
humor y sonrisas
En
El poder de las palabritas, John Beckley dice: "Se hace poco énfasis en la
importancia de comunicar ideas claramente... La escuela nos enseña a nublarlo
todo". ¡Qué cierto! Algunas personas asumen que deben hablar y escribir de
manera complicada por qué esto es señal de inteligencia. Pero, es completamente
al revés. Para comunicarse y conectarse, debemos transmitir pensamientos e
ideas sencillas. Suena más fácil de lo que realmente es. El matemático Blaise
Pascal admitió lo siguiente: "He escrito una carta más larga de lo normal
porque no tenía tiempo de que fuera más corta".
Para
ganarnos la atención y el respeto de los demás, debemos ofrecerles información
y anécdotas que sean divertidas, emocionantes, motivadoras y de ayuda. Debemos
tratar de que las personas se rían. Debemos apelar a sus sentimientos, inspirarlas
y lograr que sus vidas sean más
sencillas. Si queremos comunicarnos con los demás, debemos: simplificar las
cosas, decirlas lentamente y con una sonrisa. Luego, debemos seguir los
siguientes lineamientos:
1.
Hablarle a la gente sin
mostrarnos superiores: a nadie le gusta que demás sean condescendientes.
2.
Ir directamente al punto: tenemos algo que
decir, sólo falta que lo digamos.
3.
Decirlo una y otra vez: de lo contrario, nadie
reconocerá el valor de lo que estamos tratando de comunicar. El escritor Daniel
Pink lo explica así: "Hay tres palabras esenciales para conectarnos con
los demás: brevedad, levedad y repetición".
4.
Decirlo claramente: no debemos hablar o
escribir de nada hasta que no tengamos un mensaje claro. Los demás no se llevan
lo que les decimos sino lo que entienden.
5.
Decir menos: a nadie le gustan los
discursos largos. Debemos captar la atención de nuestros interlocutores con citas,
anécdotas y ejemplos. Para darle más energía a nuestros discursos, debemos:
- Responsabilizarnos por
nuestros interlocutores: el orador y el escritor son los responsables de conectarse con el público.
- La historiadora y
escritora Bárbara Tuchman se recuerda todos los días de esto preguntándose:
"¿El lector pasará la página?"
- Entrar al mundo de
nuestros interlocutores: es importante que nos aseguremos de que sean capaces
de entender nuestras frases e ideas.
- Captar la atención de
los interlocutores desde el inicio: y hasta el final. Debemos evitar los discursos tipo hamaca. Es decir, discursos que
empiezan y finalizan muy bien, pero que nos dan sueño a la mitad.
- Activar la audiencia:
debemos formular preguntas, tratar de que los miembros del público interactúen
entre sí (podrían sacudir las manos) y pedirles que hagan algo (levantarse y estirarse).
- Decirlo de manera que
sea memorable: debemos ofrecer información vital, ideas originales, datos impresionantes y humor.
- Favorecer los recursos visuales: debemos hacer gestos y expresiones.
- Contar anécdotas: esta es la mejor manera de captar la atención.
Otra
manera de conectarnos positivamente con la gente es motivarla. Para tal fin,
debemos seguir estos lineamientos:
1.
Lo que la gente necesita
saber:
esto es fundamental. Les debemos demostrar a los demás que estamos de su lado,
que son importantes y que esperamos que les ocurran cosas positivas.
2.
Lo que la gente necesita
ver:
debemos mostrar nuestra convicción, carácter y credibilidad.
3.
Lo que la gente necesita
sentir:
debemos tener confianza y mostrar pasión por el tema. Debemos dar gracias por tener el privilegio de
hablar ante tan destacado público.
Somos nuestro
mensaje
Cuando
comenzamos a crear una conexión con la gente, lo hacemos o en persona o en un
grupo. Nuestra manera de comunicarnos marca una gran diferencia. Una vez que
nos conocen, la credibilidad se volverá el factor más vital para mantener los
lazos.
Cuando
el senador Barack Obama hizo su campaña presidencial en 2008, inmediatamente
fue obvio que se trataba de un gran comunicador, capaz de conectarse con todo
el mundo en EUA. Pero, una vez que ganó la presidencia, su credibilidad como
líder de la nación ha sido más importante que sus habilidades de comunicador.
Y
esto es así para todo el mundo. Una vez que establecemos una conexión, debemos
mantener nuestra credibilidad. Y esto sólo lo podemos lograr si nos conectamos
con nosotros mismos, si aprendemos a confiar en nosotros mismos y si nos preocupamos
por nosotros mismos. Si no nos queremos a nosotros mismos, lo más seguro es que
no les gustemos a los demás. Debemos responsabilizarnos de nuestras acciones.
Siempre
debemos vivir de acuerdo con lo que decimos.
Recopilado del Libro: "Everyone Communicates few connect" por John C. Maxwell
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