sábado, 26 de enero de 2013

IMPULSADOS


Impulsados
Cómo la naturaleza humana determina nuestras decisiones



En Impulsados (Driven), Paul R. Lawrence y Nitin Nohria, profesores de la escuela de negocios de Harvard, presentan una singular tesis según la cual el desempeño laboral está signado por la naturaleza humana.
 
De acuerdo con los autores, el ser humano está constituido por cuatro instintos fundamentales o propensiones naturales, producto de la historia evolutiva, que condicionan el quehacer cotidiano y, en particular, la interacción en el entorno laboral. Los cuatro instintos son: adquirir, aprender, relacionarse y defenderse.

 
Así pues, tras presentar una historia natural del ser humano en cuanto tal, desde su separación de los homínidos hasta los albores de la civilización, los autores pasan a extrapolar las manifestaciones más primitivas de los cuatro instintos básicos al ámbito gerencial moderno.

 
Impulsados intenta explicar el fundamento de ciertos comportamientos típicos del mundo laboral y corporativo, y presenta ciertas ideas sobre cómo aprovechar el condicionamiento natural del hombre en beneficio de la organización. En particular, se ocupa de la figura del líder, quien debe fungir como mediador, y propiciar un balance idóneo entre los cuatro instintos fundamentales, para que los empleados se desempeñen de manera óptima.

 
LA TEORIA DE LOS CUATRO INSTINTOS

Imagine que su organización es una gran Cápsula de Petri en el que todas las tensiones propias de la naturaleza humana interactúan entre sí, revelando verdades científicas y eternas acerca de cada uno de los miembros. Le guste o no, esta es en esencia la realidad que usted enfrenta a diario, lo que lleva a la pregunta: ¿entiende usted a cabalidad qué es lo que impulsa a su personal a desempeñarse como lo hace? ¿Sólo es capaz de hacer suposiciones? Lo cierto es que el cuerpo humano es impulsado por cuatro instintos o predisposiciones naturales básicas, de las que nadie puede escapar ni aun a voluntad. Su éxito, y el de sus colegas, dependen del balance que haya entre estos cuatro instintos:

1.- Adquirir y controlar objetos: con el fin de mejorar el status personal con respecto al de los demás.

2.- Contraer compromisos a largo plazo con otras personas, de beneficio mutuo.

3.- Entender y aprender sobre el mundo que nos rodea.

4.- Defenderse a sí mismo de cualquier daño, así como a sus seres queridos, a sus valores y a sus recursos.

¿Por qué todos poseemos estos cuatro instintos, capacidades o predisposiciones innatas? La respuesta está en la genética.
 

Aunque el comportamiento humano es altamente influenciado por la cultura, los cuatro instintos son comunes para todos, ya que su raíz se encuentra en el proceso evolutivo.

EN EL PRINCIPIO...

La piscina de genes del hombre moderno es tan reducida que, desde un punto de vista científico, el concepto de “raza” no tiene sentido. Todos los Homo Sapiens modernos son descendientes de un grupo pequeño de quizá 4.000 a 10.000 personas. Hace unos 70.000 o 100.000 años atrás, este grupo de cazadores-recolectores se separaron de otros Homínidos, dejaron África y comenzaron a extender su civilización a todo el mundo.

 
Los biólogos están de acuerdo en que el cerebro, el sistema más complejo jamás creado por la evolución, es el resultado del mismo proceso evolutivo que dio forma a los demás órganos humanos. Además, todo parece indicar que tanto el lenguaje humano como su capacidad simbólica fueron determinados por la constitución corporal del ser humano.

Los cerebros humanos modernos contienen cien millardos de neuronas, y cada neurona hace hasta 1.000 sinapsis con otras neuronas. Los impulsos electroquímicos que transportan información de una célula a otra se activan 40 veces por segundo. Unos 3.200 genes influyen en la estructura del cerebro y en su respuesta a los estímulos. Los genes dotan al cerebro humano de un conjunto de habilidades determinadas por la constitución particular del ser humano:

- Comprensión sobre cómo se pueden manipular los objetos.

- Comprensión intuitiva de cómo funcionan las plantas y animales a un nivel básico.

- Conceptos básicos, como: “cantidad” y “números”; y conceptos de orientación, como: “trazar un mapa”.

- Comprensión intuitiva de cuál es el lugar más idóneo para sustentar la vida humana.

- Conocimiento de lo que es peligroso y de lo que es necesario obtener.

- Conocimiento de qué alimentos son comestibles.

- La habilidad de vigilar su propia salud y bienestar.

- Comprensión de las enfermedades y su contagio.

- Intuición humana, la capacidad de predecir la reacción de los demás.

- Recordar la identidad de los demás y conciencia de la propia identidad.

- Habilidad intuitiva para reconocer el parentesco.

- Apareamiento, una preferencia incorporada por cierto tipo de posibles parejas.

 
EL INSTINTO DE ADQUIRIR

“Poseo, luego existo”, pareciera ser el lema por excelencia de nuestros días. Sin embargo, el instinto de adquirir trasciende la mera posesión de objetos físicos. Parte de lo que se posee es el estatus. Cualquier persona que trabaje en una burocracia sabe que cada persona defenderá su puesto.

 
Tome, por ejemplo, la necesidad más elemental del ser humano: alimentarse. Las personas gastan miles de millones de dólares en regímenes dietéticos que, por lo general, son inútiles. Si bien esta conducta pudiera parecer irracional, no lo es si la vemos a la luz del proceso de evolución. Durante el Pleistoceno, la era en la que los seres humanos modernos evolucionaron, era más común morir de inanición que de un infarto. En aquellos tiempos, había más probabilidades de sobrevivir si uno se comía todos los alimentos disponibles antes de preocuparse por la saciedad.

 
Si extrapolamos esta situación al mundo de los negocios, podremos explicar, a través del instinto de adquirir inmediatamente, el “pensamiento a corto plazo” que reina entre los gerentes medios. Por ejemplo, cuando se trata de hacer un cambio organizacional, los gerentes prefieren dar pasos a corto plazo (como reducir el personal), que tomar medidas de largo alcance, que requerirán de un período de adaptación (como un cambio en la cultura organizacional).

 
Pero la dura realidad es que, para la mayoría de las personas, el instinto de adquirir es insaciable. La pasión por adquirir puede ser mitigada por un breve período de tiempo, pero las ganas volverán. Dado que este instinto domina a los demás, la mayoría de las personas jamás se sentirán totalmente satisfechas. Peor aún, el instinto de adquirir parece ser relativo –según estudios, las personas preferirían ganar US$ 90.000 y vivir en un vecindario en el que los vecinos ganan US$ 100.000, que ganar US$ 110.000 en un vecindario en el que los vecinos ganan US$ 200.000.

 
Dos de las pasiones humanas más negativas nacen del deseo de adquirir: la ambición y la envidia.

 
EL INSTINTO DE RELACIONARSE

Otro poderoso instinto que nos impulsa, es el de crear lazos con los demás. Todas las personas necesitan establecer relaciones. En teoría, aquellas personas que no sienten una fuerte necesidad de reunirse con los demás, tienen menos probabilidades de transmitir sus genes. El hombre que fracasa a la hora de demostrar los lazos que ha creado, tendrá menos posibilidades de ser escogido como pareja.

 
El instinto de adquirir no necesariamente contribuye con el éxito a la hora de crear lazos: son dos cosas esencialmente diferentes - sólo es posible relacionarse satisfactoriamente con una persona que se comporte de un modo cooperativo.

 
Pero todas las relaciones humanas suponen una mezcla de elementos competitivos (instinto de adquirir) y cooperativos (instinto de relacionarse). Naturalmente, estos dos instintos entran a veces en conflicto, pero también pueden complementarse, como en los juegos deportivos.

 
Una aplicación importante de la necesidad de relacionarse es la tendencia de la gente a crear lazos con la organización para la cual trabaja. Sin aquella, los empleadores no tendrían garantía alguna de que sus empleados harán más de lo estrictamente necesario para mantener sus empleos.

 
EL INSTINTO DE APRENDER

Hay fuertes evidencias de que el instinto de aprender de los seres humanos tiene una base genética. Esto puede ser corroborado tomando en cuenta que la religión, como forma de explicar el mundo, ha existido en todas las sociedades humanas hasta nuestros tiempos.

 
Asimismo, el arte puede ser considerado como una forma de entender una realidad que nos trasciende. El mismo Darwin observó alguna vez que: “La creencia en entidades espirituales o que no se pueden ver… parece ser universal. No es difícil entender cuál es la razón de esto. Tan pronto como el ser humano desarrolló su imaginación y su poder de raciocinio, se dio a la tarea de tratar no sólo de entender lo que sucedía a su alrededor, sino de especular sobre su propia existencia”.

 
El cerebro humano pareciera estar construido de forma tal que resulta difícil desplazar ideas viejas. Cuando un tercero intenta hacerlo, se dispara el impulso de “defender” las ideas actuales, antes que el impulso de“aprender”.

 
Es posible aprender tanto en un ámbito organizativo como personal. Por tal motivo, una de las funciones más importantes de una organización es enfocarse en el instinto de aprendizaje. Los nuevos miembros son adoctrinados en el conocimiento de la organización, incluyendo el modo en que cada persona debe contribuir con el acervo general de conocimientos. Este proceso puede tener un gran impacto en el éxito de la organización.

 
A medida que la ciencia hace nuevos descubrimientos sobre cómo facilitar el aprendizaje, el lugar de trabajo se ve afectado.

Los expertos en asuntos industriales han estudiado ampliamente la necesidad de propiciar condiciones laborales que satisfagan la necesidad intrínsecamente humana de aprender.

 
EL INSTINTO DE DEFENDERSE

Cuando un ser querido se ve amenazado, nuestra sensación de alarma inicial se convierte rápidamente en miedo o rabia. Los científicos creen que la mente humana es impulsada a responder de distinta forma de acuerdo con el tipo de amenaza que se le presente. Esta es una habilidad que puede ser cultivada con entrenamiento y una buena socialización.

 
Si bien los otros impulsos son preactivos (implican la búsqueda de un objeto o condición deseada), el instinto de defensa es siempre reaccionario. Sin embargo, la defensa puede ser coordinada en conjunto con otros instintos. Por ejemplo, el instinto de lograr (adquirir) resultados en relación con una propiedad que debe ser defendida; o defender los valores de la organización en la que trabajamos, con la cual hemos creado lazos laborales.

 
En el ámbito empresarial, la organización debe proveer a los equipos de trabajo de los mecanismos idóneos para defenderse contra los ataques externos.

 
DINÁMICAS APLICADAS DE LOS CUATRO INSTINTOS

Los cuatro instintos o propensiones naturales son aplicables a los negocios modernos y a la vida corporativa.

 
Por ejemplo, tomemos el instinto de defensa. Los diversos departamentos de una organización tienden a defenderse de las amenazas externas. Las compañías tienden a defenderse de la competencia. Las corporaciones suelen tener fondos de reserva para enfrentar ataques desleales. Cualquiera que haya vitoreado a un equipo de fútbol sabe que sólo se trata de una batalla simbólica por defender el honor de la ciudad.
 

Las organizaciones que establezcan contratos sociales que provean a cada persona de buenas oportunidades para satisfacer sus impulsos, tienen buenas probabilidades de crecer y dominar su ramo.

 
La teoría de los cuatro instintos implica que cada empleado de una organización, desde el CEO (Chief Executive Officer-Director Ejecutivo) hasta el pasante, responde de un modo predecible ante el trabajo. Por tal motivo, los líderes de la organización deben alinear los instintitos innatos de los empleados para facilitar la consecución de metas comunes.
 

Esto supone un delicado balance entre el instinto de relacionarse y el instinto de adquirir. La meta es lograr una competencia respetuosa entre todos los grupos involucrados. Sin embargo, los cambios organizacionales y las reformas deben ser emprendidas tomando en cuenta los cuatro instintos básicos que motivan a cada empleado.
 

Las organizaciones, al igual que los individuos, tienden a enfatizar uno de los cuatro instintos, en perjuicio de los restantes. Esto, con el tiempo, lleva a la frustración de estos últimos.

 
La literatura especializada hace énfasis en la necesidad de promover, por una parte, el instinto de adquirir; y, por la otra, el instinto de relacionarse, que sienten los empleados. Pero los líderes que siguen la teoría de los cuatro instintos deben promover, además, los instintos de aprender y de defensa.
 

Algunos líderes aprovechan el instinto de defensa de sus empleados para motivarlos a trabajar, mediante amenazas e intimidación. Los líderes deben aprender a balancear los diversos instintos de los individuos para maximizar la efectividad de la organización.
 

En palabras de Abraham Lincoln: “La naturaleza humana nunca cambiará. Si comparamos los hombres del futuro con los del presente, obtendremos tanto al débil como al fuerte, al tonto como al sabio, al malo como al bueno”.

Recopilado del Libro: "Driven" por Paul R. Lawrence y Nitin Nohria